HE ESPERADO DEMASIADO

HE ESPERADO DEMASIADO

miércoles, 1 de agosto de 2012

LA DISCRIMINACION DE UN GALGO NEGRO. UN OSCAR PARA SOMBRA

Cuando la esperanza estaba perdida, este galgo negro sin apenas posibilidades ni una mirada
  hace su salida al escenario de la vida
haciendo su selección y comprendiendo que son ellos.
Su instinto de perdedor por su color,  le marcó para elegir su familia.
Su reclamo sutil le condujo a la salvación. 
Él esperó su oportunidad con paciencia
¡¡ SALVADO ¡¡




Y…. el Oscar al Mejor Actor es para .......

El sepulcral silencio se rompió con el ruido familiar de la furgoneta. Rápidamente se incorporaron y empezaron a estirar sus largas patas. Comenzó una alegre danza en la que entrelazaban sus hocicos y sus rabos. ¡¡Iban a salir a correr al campo!!. Su propia agitación y sus ladridos les impidieron oír como, fuera, la furgoneta se había detenido y poco a poco se iban liberando las cadenas que bloqueaban su “hogar”.

Se abrió la puerta. Un golpe de aire fresco y luz inundó el corral, pero ellos no podían parar de danzar, aunque algo diferente ocurrió ese dia. Una soga rodeó el cuello de uno de ellos,  lo llevaron hacia la puerta y ésta, de nuevo, se cerró. De inmediato cesaron los ladridos, sus rabos cayeron como juncos cortados. Otra vez la oscuridad, de nuevo el ruido familiar de la furgoneta al arrancar y alejarse.  Poco a poco fueron tumbándose en el sucio suelo y todo se volvió a sumergir en aquel silencio sepulcral.

En esta ocasión la furgoneta no se dirigía al campo sino a la perrera comarcal. Allí, se limitó a dejar el escuálido galgo y partió. 

Algo había cambiado en su vida. Estaba en un pequeño y angosto espacio con otros de su especie, pero a diario veía a un humano que entraba, limpiaba y ponía comida…. ¿qué estaba pasando?

Al cabo de unos días, la puerta se abrió,  una correa rodeó su cuello y le hicieron salir del  chenil….¿qué ocurría ahora? Lo subieron a una furgoneta ¡ Oh, nos vamos a correr al campo!. 

Tras varios kilómetros de recorrido supo que estaba en el campo. Conocía el olor de la retama y la encina, amplios campos en los que correr en busca de la presa. A pesar del ruido de la furgoneta pudo distinguir a lo lejos el intenso ladrido de otros perros ¿...?. Al fin, la furgoneta se detuvo. El olor era el mismo, a campo; pero todo era diferente. Unos humanos lo cogieron, lo metieron en un amplio patio donde otros perros  lo rodearon y  olisquearon; muy cerca se seguía oyendo ladrar a otros muchos. Después la furgoneta partió. Aquí también regresó el silencio, pero el aire era fresco y el sol inundaba el lugar. Comenzaba la primavera y el olor de las primeras fragancias era intenso y se mezclaba con el de sus congéneres.

Era extraño este lugar. Nunca estaba encerrado, siempre rodeado de perros y había humanos constantemente. Comenzó a habituarse a la rutina diaria.  Cuando el sol estaba alto un estallido de ladridos anunciaba la llegada de una furgoneta. Todos sabían que era la hora de la comida, las caricias… Su vida ahora era diferente …..

En el albergue siempre hay perros que pueden llamar más la atención por diversas razones: su aspecto, su timidez, su alegría, su tristeza, pero nada de esto le ocurría a el. Él, como pasa también con las personas, podría resultar “invisible” por su normalidad. Rápidamente se adaptó a estar en la casa de los machos y era uno más de ellos. Ni triste, ni alegre; ni especialmente bueno, ni especialmente travieso. Tenía no obstante algo muy importante en su contra: ERA DE COLOR NEGRO. Pasaron los meses y su vida se tornó más y más rutinaria. Vió como otros llegaban y algunos se iban, pero siempre quedaban otros con él. Además de los humanos habituales, de vez en cuando llegaban otros que los acariciaban, los cepillaban… aquí no se estaba tan mal.

Un día llegaron unos humanos que no conocía tanto. A alguno de ellos les había visto un par de veces, pero a otros no les había visto nunca. Observó como primero se dirigieron a la casa de las hembras. Poco después la puerta de su patio se abrió y todos corrieron hacia ellos, como siempre hacían, en busca de caricias. El se quedó a lo lejos, en una esquina, observando quieto a una persona alta, grande, que se movía con gran agilidad entre sus compañeros y que al cabo de un rato se sentó en la escalera que llevaba hasta las habitaciones. Lentamente se fue acercando hacia ella, sin llamar la atención; el rabo caído, el andar pausado, casi arrastrándose. Al llegar a ella rozó ligeramente su hocico en su hombro. Ella giró la cabeza y lo vió.  Le acarició. El dejó caer su cabeza hacia ella. Su rabo caído, su expresión triste. Ella volvió a acariciarle, levantó la mirada hacia mí y me preguntó por su nombre: SOMBRA, le dije. Ella no dejaba de acariciarle. Tomó su cabeza y la posó sobre su pecho, mientras sus caricias no cesaban. Volvió a mirarme y me preguntó la causa de su delgadez. No lo sé, le respondí. Está bien de salud, come bien, pero no engorda.
El no dejaba de rozar su cara contra su pecho. Ella me dijo: LO ADOPTO. Pocos minutos después estos humanos abandonaron el albergue.

Increíblemente a partir de ese momento, el cambio por completo. Cada vez que entrábamos en la casa de los machos daba brincos, se acercaba a nosotros golpeándonos  con el hocico. Su alegría parecía no tener espacio dentro de su escuálido cuerpo. Creo que la espera hasta el día del viaje fue tan larga para el cómo para mí. Me parecía desconcertante el cambio que se había producido en este ser. Podías distinguirle en el grupo de machos, una mancha negra más entre tantas y tantas, pero sus continuos movimientos al darse cuenta de que le estabas mirando te hacían reconocerle. Era fácil imaginar su danza de alegría en su antiguo corral, cuando esperaba salir de caza, único momento en el que podía disfrutar de aire, luz y ejercicio. 

El día del viaje fue difícil controlarle….. Casi imposible ponerle esa pequeña dosis de calmante que le haría menos estresante el trayecto. Quería saltar inmediatamente a esa otra furgoneta que ahora sí, le llevaría a una verdadera nueva vida.

Cuando la furgoneta partió hacia Bélgica me di cuenta que él no había sido uno más entre tantos galgos. Su aspecto, su físico podía ser como el de muchos otros, pero él, en el poco tiempo que había estado entre nosotros, se había dado cuenta de que siendo macho y negro tendría muy pocas posibilidades de ser adoptado. Había visto que en cada salida de compañeros siempre se quedaban muchos negros como él y que otros también negros entraban. Cada vez eran más los negros que quedaban en el albergue. Tanto en las casas de las hembras que él veía frente a la suya,  como en la de los machos donde vivía, el número de negros aumentaba mes a mes, pero además llegaban otros con más posibilidades (blancos, beige, barcinos). La competencia se hacía cada vez más dura y él no estaba dispuesto a quedarse allí para siempre. Había oído conversaciones (¿quién dice que ellos no oyen, no entienden? ......) en las que sus “mamás” se lamentaban de las pocas adopciones que había para los negros, pero él iba a luchar por su adopción. Y lo consiguió.

Ahora SOMBRA disfruta de un familia con nuestra querida MARIANNE
(Es por eso que hemos decidido que el Oscar al Mejor Actor sea para …................ SOMBRA)

“Basado en hechos reales”.
Sombra fue abandonado por su galguero en la Perrera de Numancia de la Sagra.
Las Nieves acogió a Sombra y otros galgos el 24 de Abril de 2009.
Sombra fue adoptado por Marianne Philippo durante su visita al albergue el 23 de Agosto de 2009.

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